Pepa y Tristán han pasado la noche juntos por primera vez, ambos admiten que es la mejor noche que han pasado en su vida, tanta espera ha merecido la pena y el amor se siente en el aire. Pepa cree que no deben volver a caer en la tentación, pero Tristán no ha estado más contento en toda su vida y no le va a dejar escapar.

Alberto pide calma a Raimundo cuando lo ve trabajando en sus tierras, está preocupado por su salud. Esos mareos no son cualquier cosa y le insiste en que se deje cuidar. Raimundo no es alguien fácil de convencer y no dejará en su empeño por ganar la feria agrícola.

Francisca sigue interesada en el joven ingeniero y propiciará un acercamiento amable. Definitivamente al chico le parece que son inciertas las malas palabras que todas las lenguas del pueblo le dedican a la terrateniente.

Alberto informa a Pepa que según el nuevo reglamento del ministerio no puede seguir ejerciendo de partera, necesita sacarse el título.

Tristán confirmará lo que temía desde hacía tiempo, que su padre está enterrado en pleno monte y no murió ahogado como todos decían. ¿Qué hará al respecto?

El cura no está dispuesto a seguir callando, dirá a todos que Pepa es una impostora. El tiempo se precipita sobre la mujer, una vez que la información salga a la luz quedará expuesta a la voluntad de los Montenegro… está muy cerca de perder a Martín.

Soledad ha pasado una buena noche, parece que se recupera tras tomar la medicina. El peligro pasa, la chica vivirá lo suficiente para recibir una noticia mortal, Los Castañeda están de vuelta, Tristán les ha mandado llamar, pero no vuelven todos, Juan murió por el camino, no pudo soportar los golpes y la dureza del trayecto.

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