Los actores Jorge Perugorría y Vladimir Cruz sentados frente a frente en una terraza de La Habana. El primero tomando un helado de fresa; el segundo, de chocolate. Uno es homosexual y creyente, el otro, como él mismo se define, “materialista dialéctico”. La escena pertenece a una de las películas más famosas del cine cubano reciente, Fresa y chocolate, que Tomas Gutiérrez Alea dirigió en 1993 y que se convirtió en un gran éxito en todo el mundo.

El próximo 17 de abril, cuando se cumplen 15 años de la muerte de este gran director, uno de los indiscutibles referentes del cine cubano y latinoamericano, TCM quiere rendirle un pequeño homenaje, emitiendo alguno de sus mejores títulos y dedicando el espacio Diego Galán invita a su figura y a su obra. “Siempre apoyó la revolución pero no por ello se consideró un sumiso”, destaca el crítico Diego Galán. “No aceptaba consignas ni dogmas, lo que le acarreó algunos problemas con las autoridades.

Tomás Gutiérrez Alea, “Titón” como todo el mundo le llamaba por su fuerte carácter, nació en La Habana en 1928. Desde muy joven aprendió a tocar el piano y pudo dedicarse a la música o a cualquier otra actividad manual ya que al parecer era bastante mañoso, pero el cine pudo más. De joven rodó películas de aficionado y cortometrajes y más tarde viajó a Italia para estudiar en el Centro Sperimentale de Roma. Después de la caída del dictador Fulgencio Batista, participó en la creación del Instituto Cubano del Arte y la Industria cinematográfica y dirigió los tres episodios de Historias de la Revolución, una reconstrucción de la llegada de Fidel Castro al poder.

Poco a poco en sus películas fue retratando la sociedad cubana y las contradicciones de la nueva sociedad que se iba creando. Así nacieron títulos como La muerte de un burócrata, una feroz sátira sobre los nuevos burócratas que gestionaban el gobierno, o Memorias del subdesarrollo, la historia de un hombre que decide quedarse en Cuba cuando su familia parte hacia el exilio en Miami y que fue la primera película cubana que se exhibió en Estados Unidos después de la revolución.

Su ácido y, a veces, macabro sentido del humor le hace heredero directo del cine de Luis Buñuel pero en su obra se puede reconocer fácilmente también la herencia de los grandes cómicos del cine mudo como Laurel y Hardy o Buster Keaton.

En 1993, ya enfermo, realizó ayudado por Juan Carlos Tabio, la película que le dio una mayor proyección internacional, Fresa y Chocolate, la historia de la amistad entre un homosexual y un miembro de las juventudes comunistas, el primer film cubano que conseguía una nominación a los Oscar y en la que además de Vladimir Cruz y Jorge Perugorría intervenía su mujer, la actriz Mirta Ibarra. En 1995 rodó, también junto a Juan Carlos Tabío, su última película, Guantanamera. Como dice Diego Galán, durante toda su vida, Tomás Gutiérrez Alea mantuvo “una mirada ágil y moderna sobre cuanto sucedía”.

Domingo, 17 de abril:
20:35h La muerte de un burócrata (1966, Salvador Wood)
22:00h Diego Galán Invita: Memorias del subdesarrollo (2011, producción propia)
22:10h Memorias del subdesarrollo (1968, Sergio Corrieri)
23:50h Fresa y chocolate (1994, Jorge Perugorría)

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