Pol Morales

Con apenas un puñado de producciones, se ha convertido en uno de los guionistas más reputados y codiciados de Hollywood. Comenzó su andadura firmando el texto de ‘Algunos hombres buenos’, pero ha sido la televisión el medio que lo ha catapultado al olimpo de los grandes referentes de la industria audiovisual. Aaron Sorkin regresa a la pequeña pantalla y lo hace por primera vez en un canal de pago, la HBO, que ha acogido con los brazos abiertos su nueva propuesta, ‘The newsroom’.

 

Sorkin parece una apuesta segura. Su experiencia a la hora de retratar los entresijos de ámbitos tan desconocidos como la política o los medios de comunicación debería ser más que suficiente para garantizar una nueva genialidad sobre el funcionamiento de una televisión de noticias por cable. Sin embargo, las primeras reacciones ante el piloto de ‘The newsroom’ no han sido tan halagüeñas como cabría esperar. ¿Se enfrentará el maestro de las bambalinas a su primer varapalo por parte de la crítica? Un repaso a su impresionante carrera reduce a lo más mínimo esa posibilidad.

 

Sports Night, el debut

Aunque sus pinitos como guionista empezaron en los noventa con ‘Algunos hombres buenos’, ‘Malicia’ y ‘El presidente y Miss Wade’ (su primera incursión en la Casa Blanca), Sorkin dio el gran salto cualitativo en 1998 con ‘Sports Night’, la comedia de la ABC que durante dos temporadas mostró la trastienda de un programa deportivo. Aunque se tratara de una ‘sitcom’ con sus inevitables risas enlatadas, género que el neoyorquino jamás ha vuelto a explorar, la serie ya contenía algunos de los rasgos que posteriormente definirían su estilo.

‘Sports Night’ incluía dos de las obsesiones de Sorkin (medios y deporte) y fue el conejillo de indias de uno de sus grandes inventos narrativos, la técnica conocida como ‘Walk and Talk’, en la que los personajes se desplazan de localización en localización mediante el diálogo. A pesar de contar con un plantel de caras conocidas (nada menos que Felicity Huffman, Peter Krause y Josh Charles) y de los sucesivos cambios en el formato, la comedia no logró remontar su audiencia y fue cancelada en el año 2000 al finalizar la segunda temporada.

 

El ala oeste de la Casa Blanca, la consagración

Si existe un trabajo que defina y marque un antes y un después en la carrera de Aaron Sorkin ese es, sin duda, ‘The west wing’. Su apasionante radiografía de la Casa Blanca es de las pocas que aparece en todas las listas de series de culto. Estrenada en 1999 en la NBC, esta producción de la Warner cosechó a lo largo de sus siete temporadas tres Globos de oro y 26 Emmys, empatando con ‘Canción triste de Hill Street’ como las más galardonadas en la historia de los Oscar de la televisión.

 

Sorkin consiguió con ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ lo que parecía imposible, mostrar las entrañas de la política nacional e internacional de Estados Unidos y hacerla atractiva no sólo para sus ciudadanos sino también para los del resto del mundo occidental. Sus diálogos, ágiles e inteligentes, son toda una lección sobre la materia, avalada incluso por los profesores de ciencias políticas de todo el país, y también un paradigma de narración televisiva. Aunque la popularidad de la serie protagonizada por Martin Sheen fue menguando a medida que iban sucediendo las temporadas, ‘The west wing’, y gracias en buena parte a su guionista, se ha hecho un hueco indispensable en la historia de la televisión.

 

Studio 60, el resbalón

Si la gran mayoría de espectadores incluyen ‘The west wing’ en su lista de series inolvidables, los seguidores del siguiente proyecto de Sorkin para la NBC, ‘Studio 60’, lo añaden sin duda en su ranking particular de producciones injustamente olvidadas. El guionista quiso reflejar esta vez el ‘backstage’ de un programa de televisión, las maniobras de los canales en su lucha por la audiencia, y fue precisamente en esto último que falló estrepitosamente.

 

‘Studio 60’, protagonizada por Matthew Perry y Bradley Whitford, el que encarnara al ayudante del jefe de gabinete del presidente Bartlet, se estrenó en 2006 con más de 13 millones de espectadores, pero la curva de audiencia fue descendiendo críticamente hasta los 4 millones que, 22 episodios más tarde, quisieron conocer el desenlace de la serie. Aunque la cancelación en una sola temporada debe considerarse como un fracaso en la carrera de Sorkin, cuesta encontrar opiniones que le nieguen la calidad a esta fallida ficción.

 

La red social, la cúspide

No conforme con arrasar en los Emmys, Aaron Sorkin se alió en 2010 con uno de los grandes del cine, David Fincher, para desgranar el proceso de creación de Facebook y para salir de la ceremonia de los Oscar con la estatuilla bajo el brazo. Adaptación del libro de Ben Mezrich, el guión de ‘La red social’ fue uno de los tres galardones que logró la película en una edición en la que finalmente salió victoriosa ‘El discurso del rey’.

 

Polémicas sobre la veracidad biográfica de Mark Zuckerberg aparte, lo cierto es que Sorkin convirtió algo tan aséptico como la construcción de una empresa de comunicación en una apasionante reflexión sobre la amistad. De nuevo, transformó en asequibles los temas más enrevesados a través de una estudiada verborrea. Lo hizo tres años atrás con la Guerra Fría en ‘La guerra de Charlie Wilson’ y lo haría un año más tarde con el mundo del béisbol firmando junto a Steven Zaillian el guión de ‘Moneyball’, nominado también en la última edición de los Oscar. Por si fuera poco, el ‘biopic’ oficial de Steve Jobs también saldrá de su privilegiada pluma.

 

The newsroom, la incertidumbre

Con ‘The newsroom’, Sorkin pisa terreno conocido. La historia del presentador de un canal de noticias 24 horas (interpretado por Jeff Daniels) y sus batallas con producción no deberían suponer ningún problema para alguien que ya ha demostrado moverse como pez en el agua por las reboticas. Por si las moscas, y para curarse en salud, el guionista ya ha advertido que su nueva serie para la HBO “no va a gustar a todo el mundo”. Con los datos de audiencia sabremos si en su lista de peculiaridades debemos incluir también la falsa modestia.

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