El secuestro de Tristán no es más que un ardid de doña Francisca para retener a su hijo y hacer daño a Pepa.
Mientras Tristán intenta socavar la moral de su secuestrador, su esposa hace planes de futuro, inconsciente de la tragedia que planea sobre su cabeza ya que el secuestrador le revelará que sucede algo con su marido y que todos la están engañando.
Antonio, con delicadeza y ternura, hace ver a Mariana que no tiene nada que temer. Mariana cree haber despejado sus dudas tras su último encuentro con Antonio, pero don Anselmo le entrega los papeles de Antonio en los que lee algo que la horroriza…
Por último, Alfonso se siente superado por la relación entre Emilia y Francisca. Las explicaciones de su esposa no consiguen aplacar su ira.