Sara, Sonia y Basilio tratan de averiguar qué ha sucedido en la plaza. De la fuente del pueblo comenzó a manar sangre y una veintena de vecinos han caído fulminados y no se sabe si están vivos o muertos. La zona está acordonada y no permiten entrar a nadie porque no saben si están hablando de algo tóxico o contagioso. Sin embargo, Raúl sabe que salvar la vida a esas personas, en caso de que aún continúen con vida, puede ser cuestión de minutos. Sin dudarlo, coge una máscara y se adentra en la zona afectada.
Mientras tanto, Sonia les muestra la traducción que ha llegado de las palabras del hombre misterioso y resultan ser proféticas: Se abrirá el suelo y de las fuentes manará sangre. Iréis cayendo uno a uno y, al final, todos moriréis.
Los chicos no saben cómo afrontar el asesinato de Salva. Todos saben que Ricky ha actuado en defensa propia pero, al fin y al cabo, acaba de salir del reformatorio y haber matado a Salva puede traerle graves problemas a él y a su familia. Joel les convence de que lo mejor es ocultar el cuerpo y no contar nada de lo que ha pasado.
Así que los chicos harán un pacto de silencio y este secreto les unirá para siempre. Sara y su padre están recogiendo todas las cosas de Tomás cuando Leire encuentra el libro de Fray Bernardo, donde se cuentan todos los secretos milenarios de Calenda. Sin darse cuenta, Leire ha acabado leyendo la parte dedicada a la inmortalidad de los hombres lobos y ha empezado a atar cabos y a sospechar que la misteriosa vuelta de Joel puede tener algo que ver con todo ello.
Por más que lo han intentado, Carola y Raúl no pueden negar la evidencia: su relación está rota. Intentan decírselo a los chicos de la mejor manera posible, aunque Pablo no parece asimilar la noticia demasiado bien. La cosa empeorará cuando aparezca Diego (Roberto Álamo), el padre biológico de Pablo y Vera, que abandonó a Carol embarazada y que ahora ha reaparecido de repente.