(Puede contener spoilers poco relevantes)
Hace ya más de siete años que ‘Los Soprano’ terminó, pero en la mente de muchos seguidores sigue viva, y nuevas producciones como ‘Gomorra’, serie italiana que emite en la actualidad laSexta, hacen que tengamos presente al clan de Tony Soprano, el mafioso más carismático y televisivo de todos los tiempos.
‘Los Soprano’ es una serie repleta de personajes masculinos, sus protagonistas tienen un toque machista característico de la cultura mafiosa y de ese entorno al que nos acercaron a lo largo de seis intensas temporadas. En esta ocasión vamos a dejar a un lado a los “hombres de la casa” y nos centraremos en la importancia de ser una mujer en un clan relacionado con la mafia y los trapicheos.
Carmela Soprano
Edie Falco apuntaba maneras ya en ‘Los Soprano’, más tarde confirmó ser una grande con el protagonismo absoluto en ‘Nurse Jackie’. Carmela es en las primeras temporadas la mujer florero que calla y otorga, conoce los chanchullos de su marido, pero ella está acomodada en la clase alta, con todos los lujos que se le antojen a su disposición.
A medida que avanza la serie Carmela se subleva, le dice a Tony todo lo que piensa de él y de su modo de vida, y consigue lo nunca esperado, que el patriarca tenga en cuenta sus opiniones, o al menos no la ignore como ha hecho siempre. Su separación marcó a la pareja, y por eso volvieron más fuertes y unidos, pero arrastrando ciertos problemas y costumbres que no son fáciles de superar.
Dra. Jennifer Melfi
Lorraine Braco interpretó durante siete años a la psicóloga de Tony, un papel duro, tanto es así que la doctora tuvo que precisar ayuda de un profesional homónimo para poder desahogarse libremente de la carga que le suponía reunirse con el líder de la familia Soprano.
Melfi escucha atenta cada desliz y problema de Tony, y sabe que eso puede acarrear graves consecuencias, es más, la Doctora ha tenido varios problemas por el hecho de ser la psicóloga de Soprano. En lo sentimental Melfi también ha tenido relevancia, su escarceo con el protagonista fue muy sonado, y probablemente sea la otra mitad que Tony necesita, pero ninguno lo quiere ver.
Meadow Soprano
La hija mayor de Tony y Carmela es responsable e inteligente, todo lo contrario que su hermano pequeño, un caso cada vez más perdido. Medow tuvo su época de rebeldía en la adolescencia, pero la Universidad cambió a la joven, mucho más madura y comprometida con la familia, pero siempre lejos de los problemas de la mafia, ajena a los líos de su padre.
Las relaciones sentimentales de Medow han sido siempre tema de debate en la casa de los Soprano, su padre, como buen italiano, es excesivamente protector con ella y tiende a no fiarse de los novios de la joven. Suerte que Medow permanece ajena a los trapicheos de la mafia, sino no perdonaría muchas de las acciones llevadas a cabo por su padre.
Janice Soprano
La hermana pesada de Tony es un personaje intermitente en ‘Los Soprano’, va y viene, pero siempre está presente en los momentos cruciales. Uno de sus problemas es su incontinencia verbal, que se mezcla con una dosis de locura (muy “Soprano”) y un afán de protagonista estremecedor. Tony y Janice no se soportan, pero cargan con la cruz de que la familia es lo primero, y la sangre les une, así que aunque Tony se muera de ganas por matarla, debe dejarla vivir.
Janice es un bombón de personaje, perfectamente dosificado, los guionistas han sabido elegir en qué momentos introducirla en escena. Su impulsividad le ha traído varios problemas, sobre todo con los hombres, y con las armas.
Adriana La Cerva
El personaje de Drea Di Matteo no podía faltar en una lista de estas características, la polémica Adriana fue saliendo del cascarón poco a poco, hasta darse de bruces con la realidad que le rodea, en la que parecía que se desenvolvía con soltura, pero Adriana no ha sabido lidiar con los obstáculos de la mafia.
Su relación con Chris Moltisanti es una delicia, no se sabe si se quieren o están por estar, ni siquiera ellos lo tienen claro. Para Chris el trabajo junto a Tony es más importante que cualquier otra cosa, por eso Adriana se siente sola y busca consuelo en la recta final en un Tony que se siente incomprendido. Los errores de Adriana son innumerables, pero los entendemos cuando nos metemos en la cabeza de este personaje tan débil, a pesar de querer aparentar lo contrario.