Cuatro años hemos tenido que esperar los seguidores del reality más emocionante y competitivo de la televisión para volver a disfrutarlo desde que Cuatro decidiera desterrarlo al fondo del cajón. Ha tenido que ser Antena 3 la que lo rescatara del olvido en su afán por ganar puntos en un género que todavía se le resiste y para el que Mediaset sigue sin tener rival. ‘Pekín Express’ parecía la elección más acertada para asegurarse el tiro. Y, de momento, vistos los resultados de audiencia de la primera emisión (un 16,2% de share), la estrategia no le ha salido del todo mal a la cadena del grupo Planeta.

La historia mediática nos dice que Antena 3 y el género reality no son precisamente uña y carne. La lista de sonoros fracasos es tan larga que el desembarco de ‘Pekín Express’ en Atresmedia debía tomarse con la máxima de las cautelas. Afortunadamente, en la diferencia de criterios que sin duda habrá protagonizado las negociaciones entre la cadena y la productora del programa, Boomerang, parece haber triunfado el continuismo. El formato internacional es tan poderoso e infalible que sobrevive sin demasiados problemas a las desafortunadas injerencias, que también las ha habido.

La principal y la más perjudicial para el programa ha sido la elección de la presentadora, Cristina Pedroche, que ya supera a Jesús Vázquez como la directora de carrera menos entusiasta de esta espectacular gincana. Ya sabemos el riesgo que supone tirar del rostro de moda (¡Hola Pilar Rubio!) en formatos consolidados que ya disponían de conductores solventes (¡Hola Paula Vázquez!). Por suerte, la edición permite suplir casi todas las carencias posibles. Pero lo que no logra es disimular la falta de gancho de la joven en un concurso que requiere de más garra y de más espíritu aventurero (¡Hola Raquel Sánchez Silva!).

En todo caso, la conducción pasa a un segundo plano en un programa donde la ruta y sus concursantes son los auténticos protagonistas. En esta edición reducida de ‘Pekín Express’, que tan sólo contará con ocho entregas, el casting ha vuelto a ser uno de los principales aciertos, a pesar de que el programa no se ha esforzado lo más mínimo en deleitarnos con una mínima presentación de sus perfiles. Los rasgos son tan extremos, las etiquetas tan marcadas, que es imposible no alcanzar grandes momentos entre tanto material de grabación.

Han destacado en el estreno la pareja de desconocidos, el vasco Aitor y la andaluza Charo, en un claro homenaje a la comedia de la casa ‘Allí abajo’, que a su vez ya ‘homenajeaba’ al taquillazo ‘Ocho apellidos vascos’. Para que luego digan que el estado de las autonomías no da satisfacciones. Ambos se han entendido perfectamente, son entrañables, y ya apuntan maneras para convertirse en favoritos para ganar la carrera.

En el otro extremo se encuentra el matrimonio de Salamanca, Lourdes y More, que ya en los primeros minutos de la etapa ha mostrado síntomas insalvables de agotamiento. Lástima que esa plaza no la ocupen concursantes no ya más competitivos sino que al menos supieran que la mecánica del programa está lejos del publirreportaje ambientado en un ‘resort’ paradisiaco.

Pero los que mejor representan esos perfiles marcados son los gemelos de Badajoz, a ratos divertidos, a ratos insoportables, y las amigas canarias, que ya se han convertido, por obra y gracia de una nueva mecánica del concurso, en las más odiadas de la edición. Otra desafortunada decisión de los nuevos propietarios del programa. No había ninguna necesidad de introducir elementos más propios de ‘Gran hermano’ que de una carrera de obstáculos en un formato que ya genera conflicto a medida que avanzan las etapas.

Falta comprobar si estas modificaciones, por suerte no demasiado traumáticas, juegan a favor o en contra de ‘Pekín Express’. De momento, sólo cabe alegrarnos del retorno y rezar a los mil budas para que la aceptable acogida de anoche se convierta en todo un éxito.

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