Atresmedia ha estrenado su nueva comedia, ‘Buscando el Norte’, adaptación a la pequeña pantalla de la película del mismo grupo audiovisual, titulada ‘Perdiendo el Norte’. El film no está mal para verlo una vez y pasar página, pero no convence tener que acudir cada semana a una cita de 80 minutos para ver cómo se desarrolla la misma trama, pero con mayor lentitud.

El estreno se ha saldado con más del 23% de share contando todos los canales que han emitido a la vez, en simulcast, el primer episodio. Un dato muy bueno que tendremos que esperar a las próximas dos semanas para valorar de manera real.

+ Berlín, el otro personaje

Lo mejor de ‘Buscando el Norte’ es su atmósfera, su fotografía, sus escenarios. Salimos de España para introducirnos en un entorno desconocido para muchos espectadores, y para los que ya hemos estado tampoco está mal porque nos hacen rememorar los bellos lugares de la capital alemana. Berlín es un personaje más en la serie, además hay que aplaudir el atrevimiento de irse a grabar al extranjero, con lo que todo eso conlleva. En otra ocasión hubiesen tirado de chromas, así que hay que aplaudir la iniciativa.

– Casualidades forzadas

No han sido ni una ni dos, de hecho se han pasado todo el piloto viviendo casualidades. En este sentido, los guionistas le han echado mucha cara, han preferido no pensar en pretextos y tratar de tonto al espectador. Vale, es ficción, pero eso no lo excusa todo, puede haber ciertas situaciones forzadas e inexplicables, pero que cuatro personas se encuentren constantemente en Berlín durante dos días es totalmente improbable. Podrían haber unido las historias de los protagonistas de otra manera más sutil. Un cero.

+ Carol, personaje revelación

Puede que ya estén muy vistos algunos de los roles que toman los personajes de ‘Buscando el Norte’, pero hay uno que destaca sobre el resto, esa es Carol. El personaje de Belén Cuesta es una joven que acaba de cortar con su novia, no esconde su condición sexual y está abierta a cambiar de vida de la noche a la mañana. Por eso viaja a Berlín con su hermano, y no duda en tirarse al primer ‘bombón’ que se cruza en su camino. Pocas veces hemos tenido ocasión de ver una trama en la que traten con naturalidad el tema de la homosexualidad, y con la frescura que Cuesta es capaz de darle a su personaje.

– Enseñar cacho, que no falte

Como el argumento no tiene mucho de novedoso, han preferido tirar de imágenes subidas de tono para que la audiencia se enganche. En el adelanto del próximo capítulo Antonio Velázquez enseña todo lo que ha escondido en el piloto, y su novia, que vive en España, tampoco se quedará corta. Una sesión de sexo por webcam para complacer al sector adolescente, olvidándose una vez más, Antena 3, del público que quiere ver una serie más madura.

+ Ágil y entretenida

A pesar de su duración, algo que en la televisión nacional no están por la labor de cambiar, el piloto pasa rápido. Son varias historias las que se cruzan, y la curiosidad por ver cómo avanza cada una de ellas hace que te entretengas a medida que pasan los minutos. Eso no es poco, conseguir que no te aburras con una historia manida que dura lo mismo que la película, pero tardan más en transcurrir los hechos, es todo un logro. Se agradece la agilidad con la que presentan personajes y tramas, aunque para ello hayan tenido que recurrir a las mencionadas casualidades.

– No arriesgan en el guion

Es un acierto haberse desplazado a Berlín para grabar, muy innovadora la forma en la que presentan las dos realidades de los países, y un aplauso para la trama de Belén Cuesta. Pero no han acertado en los diálogos, con chistes que sienten la necesidad de explicar, y situaciones que rozan la vergüenza ajena. Por no hablar del romance que se avecina, no sólo la novia del prota le pone los cuernos con su mejor amigo, sino que él no va a tardar en enamorarse, de la que se ha acostado con su hermana o de su prima la alemana. Vamos, que nos están vendiendo el perro de siempre con un collar comprado en Berlín.

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