En las últimas ediciones de ‘Gran Hermano’ la final comenzó cuando sumaban seis concursantes en la casa, pero esta semana se han vuelto a celebrar nuevas nominaciones, alargando el momento de que la audiencia pueda votar en positivo hasta que a la organización le apetezca. La improvisación es la bandera de ‘Gran Hermano’ los últimos años, ya no avisan al espectador de cuando cierran teléfonos, cuándo nominan por última vez o quién se despide de la casa una vez expulsado y quién no. A su libre albedrío.

Ahora que quedan tan solo seis habitantes en la famosa casa de Guadalix, vamos a analizar cada uno de los perfiles que aspiran a ganar el veterano reality show:

Meritxell

Es una de las nominadas, y su relación con Adara le puede valer para hacerse un hueco en la final. Esta repentina amistad vino casualmente acompañada por la marcha de Bárbara y las numerosas ocasiones en las que Adara regresaba indemne de la sala de expulsión. Meritxell siempre se ha arrimado al sol que más calienta, es la menos leal de la casa, cambiando de bando según le convenga, o según los apoyos que cree que pueden tener fuera sus compañeros. No ha hecho ningún mérito para llegar a la final, ni siquiera la fallida carpeta con Alain, ni su fallido victimismo yendo tras él para dejarle con el culo al aire.

Alain

El francés es un tipo adorable que se ha llevado bien con todos los de la casa, un “gran hermano” de los de antes, de los que ganaban cuando Ismael, Javito o Pedro. Pero ahora estamos en el año 2016, y las cosas han cambiado. Alain no tiene el perfil de ganador de la última década, aunque se haya mostrado noble y bastante claro con Meri, a pesar de sus inoportunos calentones. Su piedra en este camino no sólo ha sido el engorro de tener a Meritxell pegada como una lapa, sino llevarse el título de mueble de la recta final.

Rodrigo

Tampoco ha dado mucho juego, el madrileño siempre se ha mostrado serio y con cara de estar comiendo un limón. Su romance con Bea también fue repentino, pero poco a poco parece que le va gustando más, y forman una pareja muy equilibrada, lo que no tiene el uno lo tiene el otro. Rodri no se ha metido en muchas peleas, ni siquiera para defender a su amada o a sus amigos, eso le resta puntos, porque ha sido un concursante tibio, algo que no le hace merecedor del premio.

Miguel

El drama queen de la edición merece un sitio en la final, aunque solo sea por los grandes momentos que nos ha aportado. Su ataque de histeria cuando Adara desenmascaró lo que siente por Pol, o aquellos rodeos para confesar que es calvo, pasarán a la historia del reality show. Ya lo dijo Clara, “sin sus excentricidades ni sus exageraciones no sería Miguel”, y es cierto, el gallego puede haber actuado mal en algunos momentos, pero ha sido protagonista de todo esto desde el principio. Sí, por un peluquín, ese es el nivel de este año.

Bea

De los seis que quedan es la que merece el premio, aunque haya habido un punto de cambio desde que fue expulsada hace unas semanas. Tras su expulsión volvió al concurso con la caja de Montse, pero esto le hizo darse cuenta de que tiene que ser más comedida, y ‘Gran Hermano’ a veces tiene esa virtud de hacer ver a cada concursante sus defectos, y Bea ha tenido la suerte de poder remediarlo a tiempo. Esto no quiere decir que no eche de menos a la Bea guerrera y barriobajera de las primeras semanas, el cambio ha sido muy radical en poco tiempo, pero se ve que tiene buen fondo, y ha dado muy buen juego, y limpio.

Adara

La estafa de este año, la clara ganadora. El único juego de Adara ha sido liarse con Pol tras el rechazo de Rodrigo, y después pelearse con toda la casa porque hablaban de ella, ni que hubiera ido a ‘Cifras y Letras’. No sabe defenderse ni hablar, solo repite sus palabras fetiche (pesada, sinvergüenza, falsa…) y quedó retratada en el duelo contra Clara, donde no tenía nada que aportar, aunque su contrincante fuera injustamente expulsada por tres “supuestos” votos. No obstante, la han convertido en una de las protagonistas de la edición, aunque su juego ha sido más bien aburrido, una repetición de los tres últimos años.

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