Movistar+ estrenó a comienzos de abril la serie llamada ‘Félix’. Dirigida por Cesc Gay, protagonizada por el argentino Leonardo Sbaraglia y rodada casi en su totalidad en Andorra. La primera temporada está compuesta por seis capítulos, que aunque parezcan pocos, el ritmo de la serie es tan lento que parecen el doble.
La elegancia de la filmación
Cada detalle en ‘Félix’ está cuidado, el director ha conseguido una obra minimalista, de estas que no es habitual ver en la pequeña pantalla. Una serie de autor, y a la vez una ficción centrada en un único personaje, el que da nombre al producto, Félix. Los planos y secuencias de la serie están pasados por el filtro del exigente director, que tiene una trayectoria consolidada en el cine, y eso se ha notado en el visionado de ‘Félix’, narrando la historia para televisión como si se tratara de un largometraje.
Avanza lento
El ritmo pausado de la serie no es para todos los públicos. Acostumbrados a ver películas densas en el cine, puede que frente al televisor el espectador esté habituado a otro tipo de narración, sobre todo en series de 45 minutos por capítulo. Hay escenas en las que da la sensación de que no pasa nada; de hecho, la historia completa podría ser contada en un metraje de 100 minutos, pero tal vez entonces no sería ‘Félix’.
Un protagonista diferente
Es agradable ver algo fresco cada vez que te sientas frente al televisión, y con ‘Félix’ lo consiguen. El personaje principal lo es todo para el drama, su personalidad engancha, no es el típico enamorado que es capaz de todo por amor, pero de una manera u otra acaba haciendo un alegato a favor del romanticismo que echa por tierra la labor de cualquier héroe de televisión. Sbaraglia se mete con solvencia en el papel, encarnando a un hombre que si no tiene Asperger poco le falta. Bien diseñado, y mejor interpretado.
Secundarios desdibujados
En cambio, con los personajes secundarios ocurre todo lo contrario. Todo el peso de la serie recae claramente sobre Félix, y no por eso debieron haber olvidado la importancia de unos buenos secundarios. Tienen grandes actores como Pedro Casablanc o Ginés García Millán, que pasan desapercibidos durante los seis capítulos, con alguna aparición estelar, sobre todo el final de Casablanc. El personaje de Irene Montalà, la madre del hijo de Félix, tiene potencial, pero tampoco se lo exprimen, y sus intervenciones se cuentan con los dedos de una mano.
Una ambientación de diez
Si tenemos que destacar otro apartado positivo de ‘Félix’, sin duda me decanto por la atmósfera en la que te envuelven. Ya no sólo por los paisajes de Andorra y alrededores, que hacen que podamos ver distintas ubicaciones a las habituales en otras series de televisión; también habló de la música. El “Ain’t No Sunshine” resuena en cada capítulo, y gana fuerza con la versión de la danesa Kirstine Stubbe Teglbjaerg. En otros aspectos, incluso en la banda sonora también, recuerda levemente a ficciones de éxito como ‘Twin Peaks’ o ‘Fargo’.
¿Qué pasa con Julia?
El giro que le dan al personaje de “la china” está muy bien, pero sigue pareciendo todo muy atropellado e inverosímil. Es poco creíble que Julia se enamore de Félix, teniendo en cuenta que era un cliente del burdel en el que ella hacía que trabajaba. Me quedo con el giro del penúltimo episodio, y comienzo del último, con escenas que te mantienen en vilo, algo que no consiguen en toda la serie, ni siquiera con el misterio entorno a la misteriosa china, que puestos a decir, de china tiene poco.