Una semana para observar y aclimatarse a una nueva familia y otra semana más para tomar decisiones y marcar un nuevo territorio: Rebeca, mujer urbanita y liberal, convivirá con una familia gitana con costumbres muy distintas de las suyas, mientras que Adela, que nunca ha salido de su pueblo, se encontrará en un barrio de Madrid en el que todo le resultará ajeno. Ambas mujeres serán las protagonistas de la primera entrega de la nueva etapa de “Me cambio de familia”, que inaugura su tercera temporada en Cuatro este viernes, a las 21:30 horas.
En el programa, producido en colaboración con Big Bang Media, dos mujeres intercambian sus roles en sus respectivos hogares para adaptarse a las normas y rutinas que siguen los habitantes de otra casa desconocida durante los primeros siete días y poner en práctica sus valores y costumbres en un entorno familiar totalmente opuesto al suyo durante la segunda semana.
Las familias jugarán un papel muy importante en los intercambios, al igual que el ambiente que les rodea
En esta nueva temporada de “Me cambio de familia” se abarcará una mayor diversidad para mostrar formas de vida lo más diversas y antagónicas posibles: familias unidas y familias desestructuradas, de diferentes estratos sociales, económicos y culturales y para ello está recorriendo la geografía española en busca de familias modernas y tradicionales, de aldeas y ciudades, de barriadas del extrarradio o de elitistas urbanizaciones.
Como consecuencia de esta pluralidad, los intercambios resultarán más extremos y tanto las mujeres como las familias se encontrarán en ambientes que nunca habían podido imaginar. Las protagonistas se enfrentarán a sus prejuicios, sus fobias y sus temores más ocultos. Sentirán miedo, angustia y soledad, pero no sólo sufrirán, también se emocionarán, se reirán, se sorprenderán y, por encima de todo, aprenderán algo nuevo de ellas mismas.
Una tatuadora de Vallecas y una mujer gitana de un pueblo de Granada intercambiarán sus hogares durante dos semanas
Tienen valores, caracteres y filosofías de vida totalmente opuestas: Rebeca, mujer urbanita y liberal, y Adela, una joven gitana que nunca ha salido de su pueblo, protagonizarán el primer caso de la tercera temporada.
Rebeca tendrá que enfrentarse a unas costumbres muy diferentes de las suyas, mientras que Adela se encontrará viviendo en un barrio de Madrid donde todo le resultará ajeno.
Rebeca es una mujer hecha a sí misma y regenta su propio negocio, un estudio de tatuajes y piercing. Se considera muy independiente y no tiene ningún problema en mostrar su cuerpo, es más, le gusta mucho vestir de forma provocativa y llamar la atención. Su familia no mantiene las costumbres tradicionales y su marido es el que se encarga de organizar la casa y atender a sus dos hijas, Alma y Vida. Con ellos convive también Kiko, un sobrino de Rebeca de 25 años. Si hay algo que no tolera es el machismo y no soporta que nadie le diga lo que tiene que hacer, ni cómo debe vivir.
Adela, por su parte, es una mujer gitana, ama de casa, cuya principal actividad es atender a su familia. Vive en Padul, un pueblo de Granada del que nunca ha salido. Su marido Manuel está actualmente en paro, pero consigue algo de dinero con la chatarra y haciendo chapuzas, lo justo para mantener a una familia formada por el matrimonio, dos hijas adolescentes y el hijo mayor. Para Adela va a ser muy duro adaptarse a la vida moderna, ya que no le será fácil entender las costumbres de su nuevo entorno, aunque hará frente a las situaciones con simpatía y humor.
La dinámica de “Me cambio de familia”
“Me cambio de familia” es una adaptación del formato original de RDF “Wife Swap” que se ha emitido en Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Suecia, Noruega y Dinamarca.
Cada programa comienza presentando a las dos mujeres en sus casas, acompañadas de sus respectivas familias y mostrando situaciones cotidianas. Al llegar al que será su nuevo hogar durante las dos semanas siguientes, cada mujer recibe un manual de normas y unas pautas que rigen la convivencia durante la primera semana y que supondrán el obstáculo más difícil de superar para la recién llegada: adaptarse a una familia que no es la suya bajo las normas de otra mujer.
Pero a partir de la segunda semana, las protagonistas darán por finalizada la vigencia de las antiguas normas y las sustituirán por las suyas propias, por lo que los miembros de cada unidad familiar se verán obligados a vivir de una manera totalmente contraria a la que están acostumbrados.
Una vez concluida la convivencia, las dos parejas mantendrán una reunión para hacer un balance de la experiencia.