Esa es la conclusión a la que he llegado tras la gala 2 de ‘Supervivientes’: que la audiencia expulsa por un 87% de los votos, pues nosotros la recolocamos en el barco con los anónimos.
Así que visto lo visto tenemos Aída para rato. Una pena, la verdad. Sus discursitos me hastían, sus polémicas me aburren y su actitud desvirtúa totalmente el concurso. Tanto ella como su madre deberían estar prohíbidas en la televisión. Sus constantes acusaciones de manipulación y de ataque contra ellas están a punto de provocar que deje de seguir el reality.
Con lo único bueno que me quedo es con la afirmación de Aída de que dejará la televisión: “Cuando termine mis contratos con ‘Enemigos Íntimos’ y con vosotros dejaré la televisión. Tengo una pareja que me hace feliz, unos amigos que me adoran y una familia que me hace sentir feliz, pero la gente no lo quiere ver”
Respecto a la gala, dos novedades: la incorporación de Tamara Gorro (Enemigos Íntimos) como sustituta de Tatiana, y las intervenciones de Boris Izaguirre en plató resumiendo los comentarios de las redes sociales. Esto último, sobra.
Más cosas, ¿para qué llevan a tantos familiares y amigos al plató si después no les dejan hablar? y ¿para qué participan anónimos si no vemos ni 10 minutos de su convivencia?
También he sacado alguna impresión positiva de esta gala. Me gusta que haya tantas pruebas, muchas de ellas en directo. Y estoy impresionada con Sonia Monroy, con su esfuerzo y sus ganas de trabajar (fue nombrada la más trabajadora del concurso).
Por lo demás, Jacobo es el nuevo líder tras disputar una prueba con Monroy (quién por cierto se esforzó mucho más que él) y Reyes Estévez y Sonia Monroy están nominados. Ahora me pregunto, ¿el que sea expulsado la semana que viene tendrá una segunda oportunidad como Aída?