En el segundo capítulo de HISTORIAS ROBADAS

Finales de los años 70.

Clínica María Auxiliadora. Un hombre trajeado y de aspecto pudiente, ENRIQUE DE LAS MATAS, está mirando dos bebés recién nacidos. Están presentes el DOCTOR GIL y la MONJA SAGRARIO. Enrique por fin se decide y escoge uno de los dos, el más tranquilo. Es ALEJANDRO.

 

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Alejandro es un chico rico, preparado y guapo, que tiene una vida ordenada, trabaja en la empresa de su padre (un laboratorio), tiene un futuro prometedor y una novia perfecta, CARLOTA, con la que se va a casar en breve.

Alejandro siempre sospechó que era adoptado. Después de ver a Blanca en un programa en la televisión, vuelve a pensar en ello y le pide a un amigo que le haga una prueba de ADN. Confirmado: no es hijo de su padre. Además, ha encontrado una foto de su madre de un mes antes de dar a luz y no está embarazada. Alejandro quiere a toda costa descubrir la verdad y cancela la boda para poder tener tiempo e investigar sobre este asunto.

Mientras, Juan le dice a su madre que puede que su otro hijo esté vivo. Unos días después, un chico le confunde con su hermano asegurando que se hicieron la mili juntos y que le llamaban ‘el pijo’.

Alejandro se enfrenta a su padre, que le dice que es hijo de una prostituta que le abandonó al nacer. Él trata de localizar esta supuesta mujer, sin éxito.

Paralelamente Blanca, en el despacho, está recibiendo cada vez más casos relacionados con la venta de bebés. La noticia ha saltado a la prensa y todo se dispara. Hay una larga lista de afectados. Alguien vigila los pasos de la abogada. Junto a Juan, viaja a un pequeño pueblo donde mantienen un encuentro con Angelines, una mujer que trabajó como enfermera en la clínica María Auxiliadora. Ella les explica lo que allí ocurría. Los niños eran vendidos a familias ricas y a sus padres les decían que habían muerto en el parto…

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