Pol Morales
Anoche la televisión española vivió uno de sus capítulos más sorprendentes y revolucionarios. La Sexta, bajo el sello de rigor y credibilidad de Jordi Évole, emitía por fin el esperado documental sobre el 23F que iba a remover los cimientos de nuestra todavía joven democracia. Por momentos, los telespectadores fueron obsequiados con revelaciones que tambaleaban por completo la historia oficial de la transición española. Hasta que las últimas escenas de ‘Operación Palace’, a modo de ‘making of’, nos desvelaban que se trataba de toda una ficción.
El engaño ha dividido por completo a la audiencia. Algunos, entre los que me encuentro, reaccionaron con rabia después de sentirse manipulados. Otros encontraron precisamente en ese efecto una genialidad que ha logrado poner encima de la mesa la falta de transparencia de nuestro sistema. Un experimento que en todo caso ha resultado ser todo un éxito en términos de audiencia. Más de cinco millones de españoles, con un 24% de ‘share’, fueron víctimas o cómplices del falso documental.
¿Fue la ‘Operación Palace’ de Jordi Évole una proeza?
Pero ¿fue la ‘Operación Palace’ de Jordi Évole una proeza? Como ejemplo de hasta qué punto es fácil manipular a la población, sin duda. La cara de gilipollas que se nos quedó a más de uno es antológica. Rememorando ahora el reportaje, una vez desvelada la mentira, uno se hace cruces de la cantidad de barbaridades que llegó a tragarse, desde que la entrada de España en la OTAN fue la moneda de cambio exigida por Estados Unidos para apoyar la operación secreta hasta que José Luis Garci obtuvo el Oscar por los servicios prestados. No me avergüenza reconocer que me tragué la película de principio a fin.
Ahora bien, cabe preguntarse si la hazaña de Évole ha logrado realmente su finalidad, denunciar las trabas para conocer qué pasó realmente el 23F, o si sólo ha sido un gran golpe de efecto, la jugada maestra de un periodista buscando la gloria. Y a juzgar por las reacciones posteriores, hoy se habla más del método utilizado que del fin. Mientras debatimos sobre la ética del experimento, sobre la credibilidad de la cadena, sobre los límites de la información y del entretenimiento, en segundo plano queda el supuesto objetivo de la artimaña. A pesar del debate posterior, el sumario del juicio del 23F permanecerá bajo llave hasta 50 años después del golpe.
¿No hubiera sido más efectivo hurgar en los documentos y evidenciar la opacidad de las fuentes oficiales con la que ya es la línea editorial de ‘Salvados’? ¿El ruido y el revuelo están favoreciendo la denuncia? ¿El periodismo de investigación ya no es suficiente? Puede que la ‘Operación Palace’ de Évole sea un hito en la historia de la televisión española pero ni aporta nada nuevo (‘Operación Luna’, ‘La guerra de los mundos’) ni ha sido tan valiente como algunos pregonan. De hecho, se quedó a medio camino. Mucho más interesante que engañar al pueblo durante 60 minutos habría sido comprobar el efecto en los medios de comunicación, en la clase política y en la Casa Real de haberse perpetuado la mentira durante 24 horas. Ahí sí podríamos haber obtenido grandes revelaciones.